A
propósito de un curso que estoy comenzando PSICOLOGIA HIPERINDIVIDUO surge
la oportunidad de retomar el ejercicio de re-pensar en “palabra ampliada” (la antigua voz alta) de
re-visar las ideas para compartirlas y darles crecimiento .
¿Por qué escribir en blog?
Entre
otras respuestas, porque lo que se comparte se retroalimenta, y despliega en
fractales insospechados. Y porque el ejercicio de reflexión en solitario
necesita del yo-aumentado que participa
en las redes sociales, con los “me gusta”, los “share”, los retweets, etc.,
tanto como el yo- aumentado necesita de este espacio personal de “amasar” las
ideas…
No
somos los mismos desde que estamos en las redes sociales…
nos decía Castells
Y
en este estar ¿hacia dónde vamos? O los que es mejor… ¿hacia dónde queremos ir?
Es
necesario cuestionar las visiones de futuro inmediato que nos rodean. En algunas
ficciones literarios o representaciones del futuro (que ya casi es), lo que se nos describe suele estar construido desde temores y aspectos negativos. Angustia
que por otra parte no ha estado nunca alejada de la creación del mito. Las
herramientas desde la misma utilización del fuego o la piedra han sido siempre
entorpecedoras o posibilitadoras para la vida de la humanidad. Es así que el
futuro inmediato es siempre posibilidad. Y es un desafío poderoso pensarnos
como sociedad educadora de posibilidades…
Revisando… Recordando…

¿Qué papel juega en nuestras vidas? Y el ser humano que ya somos ¿qué rol le sigue pidiendo a esta? ¿Qué necesitamos recordar? ¿Y qué haremos con los datos, la información, los recortes de realidad que no queremos perder?
Volviendo a formular estas preguntas venía a mi “recuerdo” el relato de J.L. Borges “Funes el memorioso” en este relato de su fantástico libro Ficciones, nos llega a decir: “Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos.”
Adelantamos el que nos parece una de las tareas que nos demanda esta época: aquella de “cuidar”, posibilitar nuestro acceso a la memoria, y al mismo tiempo permitirnos también el pensar qué hacemos con ella.
Aprendemos de los últimos resultados de la neurociencia y la ciencia social que deberíamos especificar cuál es la memoria que en nuestros días necesitamos atender…Sin darnos cuenta casi vamos soltando las anclas de la memoria “enciclopédica”, la de los datos. Quienes antes memorizábamos números de teléfono apenas aprendemos ahora el nuestro, ya que nuestras agendas de contactos pueden sincronizarse y recuperarse de inmediato. Para qué aprender ubicaciones exactas de callejeros si los gps y las app móviles están a nuestro alcance en segundos…
¿Y renunciaremos por fin en nuestros programas de la educación formal a la insistencia en la memorización, la enumeración, etc.?

Y una nota a resaltar más: la salud emocional que seremos responsables de promover depende también de un clima optimista. Las personas que están trabajando la creatividad, desde diferentes áreas, coinciden en que para “crear hay que creer”. Ante el pesimismo o el miedo a los cambios, generar confianza en que habitamos espacios flexibles, de aprendizaje constante. Enseñar (lo que da pie a otros posts) lo que tiene de poderoso este tiempo que vivimos que nos permite jugar, aprender nuevas reglas, compartir estrategias con otros jugadores.
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