martes, 18 de enero de 2011

Alumbramiento SOCRÁTICO

El otro día mientras veía una entrevista en TV que le hacía Monegal a Iñaki Gabilondo, surgió una expresión de mi boca que fue repitiéndose en pocos minutos: Qué socrático!
El sabor de la entrevista provocó un "rumiar" posterior de ideas y temas, todos entrelazados, de algún modo, bajo la figura del Tábano de Atenas...

Iñaki decía en un momento, algo así como: que él, en su vida se alejaba (huía traduce mi memoria selectiva) de las personas que se expresan del siguiente modo: "No le quepa la menor duda!" Y agregaba la pregunta: ¿Cómo es posible? con todo lo que nos rodea, que no nos pueda "caber" la menor duda. Lo repitió varias veces. El tono de la entrevista, el registro de estar en un sofá o en un café entre conocidos emanaba serenidad, y sinceridad, es decir poco de divismo o de frase estudiada de persona que se sabe parte del starsystem... Una vez más la humildad y la honestidad, me seducían en esa reflexión y me invitaban a cuestionarme también...

Mi pensamiento posterior me ha llevado a Sócrates. Y a capas de memoria antiguas, que una vez más se refrescan... Me llegó en la infancia a través de mi madre la admiración de este hijo de comadrona, cuyo método hablaba de "parir" la verdad... Más tarde, al estudiar filosofía volví a caer rendido ante la manera en que nos llega su enseñanza; que paradójicamente no dejó ninguna escrita, según se nos explica.
En muchos momentos vitales me he preguntado: realmente estoy dispuesto a aceptar "sólo sé que no sé nada". Como educador, como ciudadano, como persona que cada día quiere ver salir el sol y construir el día a día, ¿Considero que este despojarse de prejuicios y viejos ropajes nos entrena para recibir el mañana y el propio hoy con ojos nuevos?

El nuevo mundo del 2.0 que cada vez más, nos llega por "todos los lados", pone la ocasión de probarnos para ver que tan "socráticos" somos. Cómo usuario de nuevas tecnologías, más de una vez se escapa sinceramente la expresión "sólo sé que no sé nada". Pero esta experiencia breve, puede ser también una invitación a extraerle, digámoslo así, una enseñanza más profunda, más íntima, más trabajada, más pulida... Esta invitación podemos trasladarla a nuestros espacios profesionales, personales. Que tal si esta experiencia, de poner en cuestión nuestros juicios y saberes nos llevan a nuevos caminos de diálogo... Ni que decir que esta invitación pedagógica ya tiene maestros que han hecho de su pedagogía la puesta en práctica de esta verdad.
Desde lo pequeño a lo macro, este examen socrático hoy como hace tantas centurias, sigue siendo un desafío a cualquier prepotencia, idea única, discurso cerrado, totalitario o dogmático...
¿Qué tan dispuesto estoy hoy a preguntar, 
y por lo tanto a esperar tu respuesta? Y sobre la curiosidad... bueno curiosamente hablaremos otro día...

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